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La producción ganadera es una actividad clave para la economía argentina, pero también es una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En este contexto, la medición de la huella de carbono (HC) se convierte en una herramienta fundamental para evaluar y mejorar la sostenibilidad del sector.
En este artículo se presentan las posibilidades y barreras para incorporar al bovino en la búsqueda de sostener la fertilidad de los suelos y la productividad de los cultivos en zonas agrícolas de Argentina.
La discusión sobre políticas globales para reducir las emisiones GEI se basa en métricas actualmente cuestionadas por la ciencia. Los sistemas ganaderos a pasto son discriminados injustamente por indicadores como el llamado Potencial de Calentamiento Global (GWP), que sobreestima el supuesto efecto de gases de vida corta como el metano. Nuevas métricas, como el GWP*, reconocen que una tasa constante de emisión de CH4 no contribuye sustancialmente al calentamiento global.
Un informe de más de 50 páginas recientemente publicado por la FAO ofrece una evaluación exhaustiva de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de los sistemas agroalimentarios ganaderos.