Este verano, en solo dos países europeos, España y Portugal, se han incendiado más de 350.000 hectáreas de terreno, un área equivalente al tamaño de la isla de Mallorca. Las consecuencias no se miden solo en hectáreas quemadas: comunidades enteras se han visto afectadas, ecosistemas devastados, costes que ya son superiores a 600 millones de euros, y enormes cantidades de carbono: 39,4 Mt de CO₂ emitidas desde el principio del año.
Los nutrientes que aportan la carne vacuna y la leche son escenciales y especialmente necesarios para mujeres y niños de ambientes no urbanos de bajos recursos. El lugar que ocupan los vacunos de pastoreo no siempre es tierra que tenga como alternativa el cultivo de otros alimentos.
Esta semana hemos conocido que Nueva Zelanda elimina el impuesto que aplicó a la ganadería vacuna por emisión de CO2 a través de las flatulencias y por su parte, Dinamarca ha decidido hacer lo contrario, e implantar un impuesto a partir de 2030. De esta manera, se calcula que los ganaderos daneses, tendrán que pagar […]