Una demanda apremiada por la logística y no tanto por la presión del consumo, que -como se sabe- está atravesando un momento crítico, debido al ajuste que golpea a todos y reconfigurara los hábitos de la clase media.
La combinación de una oferta restringida, las lluvias, la incertidumbre y un tipo de cambio muy mejorado, mantienen muy altos los precios reales de la carne: durante el último año el precio de la hacienda ha crecido más que la inflación.
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El precio de la hacienda sube un 60% en menos de un mes, y los errores no forzados del gobierno (dólar maíz, devaluación, amenazas de cierre de exportaciones) logran adelantar para agosto la restricción de oferta que se esperaba para septiembre, con el comienzo de las lluvias.
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