Este verano, en solo dos países europeos, España y Portugal, se han incendiado más de 350.000 hectáreas de terreno, un área equivalente al tamaño de la isla de Mallorca. Las consecuencias no se miden solo en hectáreas quemadas: comunidades enteras se han visto afectadas, ecosistemas devastados, costes que ya son superiores a 600 millones de euros, y enormes cantidades de carbono: 39,4 Mt de CO₂ emitidas desde el principio del año.