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EEUU: Un testimonio en defensa del consumo local

La tiranía de la extorsión reguladora

Cuando los consumidores reclaman productos locales, se impone una burocracia discriminatoria.

Testimonio inicial de Joel Salatin

Martes 13 de Junio 2023
Comité Judicial: Subcomité sobre el Estado Administrativo, Reforma Reguladora y Defensa de la Competencia

En la actualidad, en Estados Unidos, el proceso de obtener autorización para faenar en una pequeña planta frigorífica inspeccionada por el gobierno federal puede llevar de 6 meses a un año . Este hecho es especialmente relevante en el caso de la carne de cerdo, ya que se debe iniciar el trámite incluso antes del nacimiento del animal. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

En resumen, la causa principal es la tiranía de la extorsión reguladora. Las normas de inspección son perjudiciales para el tamaño, lo que implica una actitud discriminatoria hacia las pequeñas plantas. El Servicio de Inspección de Seguridad Alimentaria mide la eficiencia por libras inspeccionadas por hora-persona, lo que favorece a las grandes empresas y perjudica a las pequeñas.

En 1906, cuando Upton Sinclair escribió "La jungla", sólo siete grandes empresas controlaban la mitad de la capacidad nacional de procesamiento de carne. Después de un siglo de intervención gubernamental, sólo cuatro controlan ahora el 85%. Cuando las licencias y el cumplimiento de las normas hacen que el mantenimiento de un matadero sea más gravoso para las instalaciones pequeñas que para las grandes, la concentración y la centralización no es una cuestión antimonopolio; es una cuestión de regulación discriminatoria.

Lo que empezó como un objetivo sincero de seguridad alimentaria se ha convertido en un acoso reglamentario excesivo. Los pequeños operadores no se atreven a oponerse a las decisiones subjetivas y políticas de los inspectores porque "hurgar y olfatear" permite represalias contra los que hacen preguntas. Los empresarios están esclavizados y son rehenes de burócratas que no comparten ningún riesgo empresarial y gobiernan sin freno.

Mientras tanto, más estadounidenses desean una oferta de alimentos más local, estable, segura, transparente, denso en nutrientes, que implique una relación entre productor y consumidor, y fiable que el que ofrecen las instalaciones industriales centralizadas. Tenemos compradores ávidos y productores agropecuarios desesperados por dirigir la oferta hacia sus vecinos, pero una burocracia que se interpone en el camino de los adultos que desean ejercer la libertad de elección para el combustible del microbioma de su cuerpo. Pocas decisiones humanas hablan de libertad como la de lo que tenemos derecho a comer.

Es un hecho que la normativa actual no tiene que ver con la seguridad, sino con el acceso al mercado.

Nuestra sociedad reconoce la escala y la relación entre las personas a la hora de evaluar el riesgo. En Virginia, podemos cuidar 3 niños ( como guardería) en nuestra casa particular sin licencias ni supervisión gubernamental. ¿Por qué? Porque una entidad y un acuerdo tan pequeños ofrecen intrínsecamente una intimidad vendedor-comprador que se examina a sí misma igual que las licencias y los inspectores.

Nuestra sociedad, desesperada por la seguridad y la estabilidad alimentarias, se revuelca en un marasmo de impedimentos normativos que terminan impidiendo lo que necesitamos y deseamos. ¿Qué remedios existen? En la actualidad, el PL90-492 de 1967 permite procesar 20.000 cabezas de aves de corral en la misma granja sin inspección; esto ha permitido a miles de empresarios poner en marcha pequeñas explotaciones de pollos de engorde. ¿Por qué no ampliarla a la carne vacuna? ¿A la carne de cerdo?

Otro remedio podría ser simplemente una Proclamación de Emancipación Alimentaria, que permitiera a los granjeros vender carne a sus vecinos. Ahora mismo, los granjeros pueden regalarla, pero no venderla. Los vecinos pueden comprarla y dársela de comer a sus hijos. Evidentemente, si la carne no inspeccionada es peligrosa, la prohibición del comercio debería afectar tanto al comprador como al vendedor. Pero no es así, lo que ilustra claramente la hipocresía de la prohibición.

Si realmente queremos libertad de elección de alimentos y seguridad alimentaria, podemos crear un remedio que se niegue a criminalizar las transacciones vecinales de carne. Es hora de eliminar la pesada mano de la tiranía del sistema alimentario estadounidense permitiendo el acceso al mercado, la oportunidad y la competencia para los productores y los consumidores que buscan la libertad para elegir sus alimentos.

Presentación del Blog:

He recibido una invitación oficial del congresista Jim Jordan para testificar sobre el tema Barreras reglamentarias para ingresar y desarrollar la actividad en el procesamiento y comercio de la carne, el martes 13 de junio a las 10.00 horas en la sala 2141 del Rayburn House Office Building para el Subcomité sobre el Estado Administrativo, la Reforma Reguladora y la Defensa de la Competencia del Comité Judicial.

¿DÓNDE ESTÁ LA CARNE? BARRERAS REGLAMENTARIAS A LA ENTRADA Y COMPETENCIA EN EL PROCESAMIENTO DE LA CARNE.

Fuente: Mussing from the Lunatic Farmer

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