Hasta febrero pasado los precios de la hacienda venían acompañando el fogonazo inflacionario, pero a partir de ese mes, y pese a que la oferta ganadera ha experimentado desde entonces una fuerte caída, los precios reales del ganado han retrocedido, afectados por una exportación que tiene pérdidas operativas significativas, y por un consumo reducido a los mínimos históricos.
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