
Aunque los ganaderos proporcionan cuidados a sus animales, es inevitable aún con los mejores esfuerzos, que se produzca alguna pérdida por muerte dentro del sistema de producción. Es un tema sombrío, pero no se puede ignorar. Tener un plan sobre cómo gestionar la mortalidad es importante para los productores, de modo que cuando se produzca una pérdida, no se llegue a una situación de apuro. El compostaje es una forma de tratar el cadáver de un animal muerto, y aunque puede que no sea lo mejor para todas las situaciones, sin duda puede tener algunas ventajas en muchos casos.
Este método permite transformar los cadáveres en un producto estabilizado sin riesgo sanitario, respetando principios científicos y facilitando su aplicación práctica en el campo.
A diferencia de otros métodos como la incineración, el entierro o el reciclaje, el compostaje no requiere proveedores externos ni infraestructura costosa, y evita la necesidad de excavar suelos duros o congelados. Además, minimiza el impacto ambiental al reducir el riesgo de contaminación del suelo y el agua.
Este proceso se basa en la actividad microbiana, que degrada la materia orgánica del cadáver bajo condiciones controladas. Para que sea exitoso, es fundamental mantener un equilibrio adecuado de carbono y nitrógeno en la pila, asegurar una humedad del 50% y garantizar la presencia de oxígeno para evitar procesos anaeróbicos. La temperatura, que oscila entre 55 y 65°C, es un indicador clave del correcto desarrollo del compostaje.
Para su implementación, es esencial elegir un sitio elevado que evite escorrentías y sea accesible para la maquinaria necesaria. Sobre este espacio se construye una base de material carbonoso, como astillas de madera o rastrojo de maíz, con un espesor mínimo de 60 cm. Esta base debe ser lo suficientemente amplia para que el cadáver quede completamente rodeado, con un margen de entre 30 y 60 cm.
El animal se coloca sobre la base sin necesidad de desmembrarlo, aunque perforar la carcasa puede acelerar el proceso de descomposición. Posteriormente, se cubre con una nueva capa de material carbonoso de entre 30 y 45 cm, asegurando que la pila mantenga una forma convexa para evitar acumulación de agua de lluvia.
Durante el proceso, es fundamental monitorear la temperatura con un termómetro de sonda larga de aproximadamente 120 cm, controlar la cobertura para evitar la acción de carroñeros y estar atentos a la aparición de olores desagradables, los cuales pueden indicar una falta de oxígeno y la necesidad de reestructurar la pila para mejorar su aireación.
La descomposición completa del cadáver suele tardar entre 6 y 12 meses, dependiendo de factores ambientales y del tamaño del animal. Una vez finalizado el proceso, el material resultante puede utilizarse como enmienda orgánica para mejorar la fertilidad del suelo, siempre siguiendo las normativas sanitarias vigentes.
El compostaje de cadáveres bovinos no solo representa una solución viable para la gestión de la mortalidad en los establecimientos ganaderos, sino que también ofrece una alternativa ambientalmente responsable que convierte un problema en un recurso útil para la producción agropecuaria.
Extraído de:
https://www.beefmagazine.com/livestock-management/mortality-composting-a-solution-for-handling-deceased-livestock