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En medio de la incertidumbre generalizada por las primeras medidas económicas de la gestión Milei, el torbellino de precios también terminó por arrastrar el negocio con la hacienda en pie.
Todo aquello que productivamente esté emparentado con la exportación, vuela. Después de mucho tiempo se advierte, como consecuencia de esta realidad comercial, mejores precios para lotes de novillos que para los del consumo liviano, aún aquellos de excelente terminación aportados por los engordadores profesionales.
El gran impacto de las últimas horas lo produjo la ciudadanía con su voluntad para cambiar lo establecido políticamente.
Incertidumbre. Esa debe haber sido la palabra más frecuentada por los distintos operadores del negocio que caminaron el mercado de Cañuelas durante la semana previa a las elecciones.
Hay una sensación inequívoca que flota en el ambiente del negocio ganadero de estos últimos días. El que vende hoy probablemente venda peor que mañana.
Como una cuña filosa el bolsillo terminó pinchando un negocio que hace un mes atrás mostró, en materia de precios, lo más encumbrado del año. Una pseudo devaluación -el ahora lejano dólar maíz-, y otra efectiva tras la sorpresa de las PASO, habían determinado de manera brusca un nuevo escenario comercial pretendido por los productores.
Se completó la comercialización de agosto, que para el negocio con hacienda en pie resultó ser el mes de mayor volatibilidad comercial del año.
Milei pateó el hormiguero en el acto electoral del último domingo. La gran sorpresa de las urnas aceleró los tiempos que el candidato y ministro Massa venía postergando, por lo que la devaluación del 21,6% del último lunes precipitó un proceso inflacionario, que como no podía ser de otra manera, involucró también al sector de ganados y carnes.
De golpe y sin aviso. Como sucede cíclicamente a lo largo de la historia ganadera argentina, el acreedor postergado de un sainete político-económico, propio de nuestra idiosincrasia, se cobró de golpe casi todo lo adeudado.