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Se vivieron días con una tónica muy disímil dispuesta por una demanda que no encuentra su equilibrio. Los factores son muchos y van desde el almanaque -semanas con mucho rojo en el calendario-, hasta las adversidades climáticas y el comportamiento de los mercados con ánimos cambiantes, tanto en el plano local como internacional.
Uno de los grandes problemas de la demanda que enfrenta en esta etapa es la falencia que revela la oferta de hacienda liviana provista por el engorde profesional.
Se cierra el primer trimestre del año con un cambio de tendencia en la demanda. Los ofrecimientos, de escasas proporciones en el ámbito de Cañuelas, tampoco incidieron en el ánimo -mucho más tranquilo- de los diferentes operadores.
El clima otoñal de marzo complicó la logística habitual de los productores bonaerenses, que son los principales responsables y protagonistas del negocio en Cañuelas. Se sumó también el calendario con los casilleros en rojo por los feriados de carnaval.
Después de un enero de padecimientos, el segundo mes del año se despachó con lluvias que empezaron a torcer el rumbo de incertidumbre que la sequía había provocado en los últimos cinco ciclos.
Si partimos del supuesto que el MAG -antes Liniers-, es un espejo de la operatoria con hacienda en pie, estamos en condiciones de inferir que la oferta se derrumbó.
Los datos de la faena del mes pasado fueron crecientes y determinantes, apuntalados por la evolución del consumo interno en las vísperas de las Fiestas, que de esa manera marcó un fuerte contraste con el letargo en el que se había sumido durante el resto del año
Lo que se produjo a principios de noviembre como una sorpresa gratificante para un sector que venía penando por la chatura comercial, se aceleró en estos últimos días desde la firmeza de una demanda en apuros.
Las expectativas de suba de precios superaron a la realidad en la última quincena